La cabaña del terror
Autor: Carlos Jiménez
Había
una vez una cabaña solitaria en la orilla
del lago.
En
esa cabaña antes vivía una familia de 5
personas y una a una fueron muriendo por
un mal que había en la cabaña, el último en morir fue la bebé.
Después de un tiempo, un día llegaron unos turista a visitar la
cabaña, se quedaron por unos días, uno de ellos fue a bañarse al lago, le paso algo que lo asustó mucho, se desmayo y de pronto llego el amigo quien lo
ayudó, lo llevo para la cabaña, en el camino se les cruzo una sombra, se quedaron
paralizados.
Comenzaron a caminar más rápido, de un momento para otro desapareció uno de ellos, el que quedó se asusto mucho, se fue corriendo para la cabaña, le contó a los otros lo sucedido, cuando lo estaba contando, paso una sombra por fuera de la ventana, todos
se dieron cuenta y fueron a ver quien era, no había nadie, entraron, fueron a la cocina a
preparar algo de comer, estaban comiendo
y pasó de nuevo la misma sombra, lloraba
un bebé debajo de la escalera, sintieron pasos en la entrada de la puerta, fueron corriendo, vieron
una mujer corriendo con el bebe, iban
para camino del lago, en un instante desaparecieron y aparecieron al otro lado del lago, los turista le gritaban, pero ella no hablaba nada, en todo momento con el pelo hacia delante, no
mostraba su rostro, los que la observaban decían entre ellos esta mujer esta loca como se le ocurre andar
con ese bebe a esta hora de la noche, con el frío que hace y ella tan desabrigada, daba la impresión
que la mujer comenzaba a meterse en el lago y comenzó a hundir al bebé,
lloraba la guagua, ella se sumergió junto
a su hijo en las oscuras aguas del lago, los turista aterrorizados, regresaron a la cabaña, arreglaron sus maleta y bolsos.
Se marcharon
de la cabaña, en el camino de regreso a la ciudad, un auto chocó a uno de los turistas, falleciendo la persona
que lo había chocado, cuando la policía busco los documentos se dieron cuenta
que eran de uno de los dueños de la cabaña del lago que había muerto hacia muchísimo tiempo.
Los
turistas se fueron para sus casas, prometiendo nunca jamás arrendar cabañas en
ninguna parte.
Fin
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