jueves, 24 de abril de 2014



El señor  Feliz
Autor: Miguel González

En una casa cualquiera había  un niño solitario. De esos niños que  no tienen  amigos que no salen de casa, la soledad  de esos niños es tanta que hablan con ellos mismos  para divertirse.

Los padres del niño estaban trabajando  hasta tarde o salían a festejar dejando al niño solo.
Un día el niño estaba solo como siempre. Entonces algo salio debajo de su cama era un hombrecito, un  duende con una sonrisa enorme.









El niño encontró muy normal al duende ya que no tenía amigo alguno, ese  duende fue su primer mejor amigo, el niño  lo llamo “el señor feliz”, el señor feliz venía todas, todas las noches  sin falta, sus padres  apenas se iban el llegaba, esto paso muchas veces el niño era feliz pero………..
Una noche el niño se sorprendió pues el señor feliz llego mas tarde de lo normal, cuando por fin apareció no estaba tan feliz el duende le dijo: ya no me quieres como antes
El niño respondió: yo si te quiero eres mi mejor amigo “chócalas” (chocaron sus manos)
Y entonces el duende le dijo ven conmigo a mi mundo mágica donde hay barcos, yates, llanuras inmensas y charcos de lodo donde podemos saltar sin parar. El niño, feliz le pidió que le mostraba donde estaba ese mundo mágico, el duende lo llevo a la ventana y apunto hacia un par de árboles el niño le dijo al duende que no podía ir, entonces  la sonrisa del duende se volvió neutra y le dijo te mostrare mis poderes- entonces el duende salto del segundo piso y reboto en el suelo y volvió a la ventana del niño luego le dijo: inténtalo tu seguro podrás.
El niño respondió: si lo haré. Se subió al marco de la ventana  y cuando estaba a punto de saltar llego el padre deteniéndolo. Entonces el niño le explico porque lo había hecho pero sus padres no le creyeron.
Desde ese día  los padres pasaron más tiempo con el niño, dejando al señor feliz de lado.
Pero, llego el día donde  se mudaron de la casa, cuando se iba yendo el niño miro su cuarto y ahí estaba el señor feliz  diciéndole “adiós” enfurecido y su cara no era la misma.
Años después el niño que ya era adulto fue a ver el lugar donde estaban los árboles que le apunto el duende, gran sorpresa se dio cuando descubrió que era un cementerio, un cementerio de niños.

Fin

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